Siempre he escuchado que Nueva York es la capital del Mundo. Parece ser que esta denominación implica un gran poder por encima de las demás ciudades del mundo. Pero, no es así. De acuerdo al censo del 2000, el 35.9 por ciento de los residentes en esa ciudad ha nacido en el extranjero.Allí convergen ciudadanos de los diferentes países del mundo. El historiador y redactor de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos, Michael Jay Friedman señala que desde la fundación de esta nación en el siglo XVIII, los estadounidenses se definen por los principios comunes que los unen y su adhesión a la libertad individual, y no por cualquier identidad racial, religiosa o étnica.
En 1782 apenas seis años después de que Estados Unidos de América se proclamara nación, Benjamin Franklin redactó un ensayo con "Información para los que quieran desplazarse a América". De la constelación de grandes figuras que Estados Unidos conoce como "padres fundadores", ninguno más genuinamente estadounidense que Franklin y por muchas razones: George Washington mantenía una distancia augusta de los demás, Tomás Jefferson era un intelectual aficionado a la lectura y John Adams era de trato difícil. Fue Franklin, el inventor pragmático, el empresario hábil y el agente impulsor del civismo, quien mejor comprendió que sus conciudadanos formaban una nación de buscavidas, como más tarde les llamaría el historiador Walter McDougal.
En 1782 apenas seis años después de que Estados Unidos de América se proclamara nación, Benjamin Franklin redactó un ensayo con "Información para los que quieran desplazarse a América". De la constelación de grandes figuras que Estados Unidos conoce como "padres fundadores", ninguno más genuinamente estadounidense que Franklin y por muchas razones: George Washington mantenía una distancia augusta de los demás, Tomás Jefferson era un intelectual aficionado a la lectura y John Adams era de trato difícil. Fue Franklin, el inventor pragmático, el empresario hábil y el agente impulsor del civismo, quien mejor comprendió que sus conciudadanos formaban una nación de buscavidas, como más tarde les llamaría el historiador Walter McDougal.