Por considerar de interés repoducimos este articulo escrito por Paul Walter en el periodico El Clarín de Chile.
Diversos estudios realizados por el doctor en sismología Jaime Campos concluían con claridad y precisión sobre un terremoto entre 8 y 8,5 grados Richter para las regiones de Bío Bío y Maule. El área entre Concepción y Constitución tiene una acumulación de energía suficiente “para producir un gran terremoto entre 8 y 8,5 grados”, concluía uno de los estudios, publicado el año pasado. ¿Cuándo? En un cercano futuro, señalaba el informe.
Tras la publicación de un estudio previo hacia finales del 2002, Campos, responsable del Servicio Sismológico de Chile y profesor del Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, señaló en una entrevista aparecida el 20 de abril del 2003 en el diario El Sur que “la zona entre Constitución y Concepción es la que tiene un mayor peligro sísmico en el país”, a la vez que advertía que “como los beneficios de las políticas preventivas son perceptibles en el largo plazo aparecen como poco rentables”. Jaime Campos explicaba que “el último gran terremoto de subducción, es decir, que se produce por el contacto entre las placas de Nazca y Sudamericana, ocurrió en 1835. Esto significa que hace más de 170 años, no ha ocurrido un terremoto con epicentro costero asociado a la zona de contacto interplacas. En 1996, monitoreamos durante dos meses el tramo y nos encontramos que tiene mucha actividad sísmica que la gente no percibe, pero que sí detectaron los instrumentos. Tras realizar mediciones muy precisas con posicionamiento satelital, GPS, llegamos a la conclusión que esa región tiene una deformación en la corteza, una de las más importantes de Chile, lo que permite que se acumule energía”. Se había detectado una laguna sísmica en esa región, que es la ausencia de terremotos durante mucho tiempo en zonas donde se sabe que debieran ocurrir con cierta periodicidad. “Según el estudio, los rasgos de velocidad, de convergencia de placas entre Constitución y Concepción son iguales o muy similares a los que ocurren frente a Valparaíso, sin embargo no tienen la misma periodicidad, por lo que la probabilidad que ocurra un gran terremoto se acerca”. Por tanto, enfatizaba, “La amenaza en esa zona no se ha despejado. Todos los estudios que realizamos no contradicen nuestra hipótesis, al contrario, la avalan, tenemos bastantes elementos para decir que existe entre Constitución y Concepción la laguna sísmica más antigua detectada en Chile”. Ante la certeza del inminente terremoto, que el estudio dimensionada entre 8 y 8,5 grados Richter, Campos ya entonces reaccionaba sobre la nula reacción de las autoridades ante la advertencia científica. Y sugería, entre otras acciones, “hacer mapas de peligro sísmico, que son los instrumentos que cualquier país desarrollado tiene para hacer la gestión del territorio, para decidir en un plan regulador si se va a poner asentamientos humanos, represas, puentes, etc., en un lugar u otro. Los instrumentos de planificación deben reposar en información sísmica que todavía no se empieza a producir en Chile, porque no tenemos monitoreada las regiones.
Desde el punto de vista reactivo, se requiere instrumentalizar sísmicamente el país, para que la autoridad pueda tener información en tiempo casi real de lo que está pasando, ya que si no tenemos monitoreo en el caso de producirse un terremoto a las 4 de la mañana de un domingo, la autoridad a la hora de ocurrido el temblor desconocerá el epicentro, lo que retardará la toma de medidas para ayudar a los afectados, es decir, se ha perdido la posibilidad reactiva que tiene la sociedad de accionar frente a un desastre”. “Chile es un país sísmico, quizás uno de los más sísmicos del planeta. Sin embargo, frente a ese problema real la respuesta de la sociedad es escasa. En las mallas curriculares de los colegios no hay nada o muy poco sobre riesgo natural (terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, sequía, etc.), por lo que poco o nada puede opinar un ciudadano respecto a esos temas. Desde el punto de vista más técnico, tener un sistema de vigilancia sísmica requiere una inversión en el presente, cuyos beneficios preventivos están en un futuro lejano y como son poco tangibles, las políticas preventivas no son rentables”.
Diversos estudios realizados por el doctor en sismología Jaime Campos concluían con claridad y precisión sobre un terremoto entre 8 y 8,5 grados Richter para las regiones de Bío Bío y Maule. El área entre Concepción y Constitución tiene una acumulación de energía suficiente “para producir un gran terremoto entre 8 y 8,5 grados”, concluía uno de los estudios, publicado el año pasado. ¿Cuándo? En un cercano futuro, señalaba el informe.
Tras la publicación de un estudio previo hacia finales del 2002, Campos, responsable del Servicio Sismológico de Chile y profesor del Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, señaló en una entrevista aparecida el 20 de abril del 2003 en el diario El Sur que “la zona entre Constitución y Concepción es la que tiene un mayor peligro sísmico en el país”, a la vez que advertía que “como los beneficios de las políticas preventivas son perceptibles en el largo plazo aparecen como poco rentables”. Jaime Campos explicaba que “el último gran terremoto de subducción, es decir, que se produce por el contacto entre las placas de Nazca y Sudamericana, ocurrió en 1835. Esto significa que hace más de 170 años, no ha ocurrido un terremoto con epicentro costero asociado a la zona de contacto interplacas. En 1996, monitoreamos durante dos meses el tramo y nos encontramos que tiene mucha actividad sísmica que la gente no percibe, pero que sí detectaron los instrumentos. Tras realizar mediciones muy precisas con posicionamiento satelital, GPS, llegamos a la conclusión que esa región tiene una deformación en la corteza, una de las más importantes de Chile, lo que permite que se acumule energía”. Se había detectado una laguna sísmica en esa región, que es la ausencia de terremotos durante mucho tiempo en zonas donde se sabe que debieran ocurrir con cierta periodicidad. “Según el estudio, los rasgos de velocidad, de convergencia de placas entre Constitución y Concepción son iguales o muy similares a los que ocurren frente a Valparaíso, sin embargo no tienen la misma periodicidad, por lo que la probabilidad que ocurra un gran terremoto se acerca”. Por tanto, enfatizaba, “La amenaza en esa zona no se ha despejado. Todos los estudios que realizamos no contradicen nuestra hipótesis, al contrario, la avalan, tenemos bastantes elementos para decir que existe entre Constitución y Concepción la laguna sísmica más antigua detectada en Chile”. Ante la certeza del inminente terremoto, que el estudio dimensionada entre 8 y 8,5 grados Richter, Campos ya entonces reaccionaba sobre la nula reacción de las autoridades ante la advertencia científica. Y sugería, entre otras acciones, “hacer mapas de peligro sísmico, que son los instrumentos que cualquier país desarrollado tiene para hacer la gestión del territorio, para decidir en un plan regulador si se va a poner asentamientos humanos, represas, puentes, etc., en un lugar u otro. Los instrumentos de planificación deben reposar en información sísmica que todavía no se empieza a producir en Chile, porque no tenemos monitoreada las regiones.
Desde el punto de vista reactivo, se requiere instrumentalizar sísmicamente el país, para que la autoridad pueda tener información en tiempo casi real de lo que está pasando, ya que si no tenemos monitoreo en el caso de producirse un terremoto a las 4 de la mañana de un domingo, la autoridad a la hora de ocurrido el temblor desconocerá el epicentro, lo que retardará la toma de medidas para ayudar a los afectados, es decir, se ha perdido la posibilidad reactiva que tiene la sociedad de accionar frente a un desastre”. “Chile es un país sísmico, quizás uno de los más sísmicos del planeta. Sin embargo, frente a ese problema real la respuesta de la sociedad es escasa. En las mallas curriculares de los colegios no hay nada o muy poco sobre riesgo natural (terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, sequía, etc.), por lo que poco o nada puede opinar un ciudadano respecto a esos temas. Desde el punto de vista más técnico, tener un sistema de vigilancia sísmica requiere una inversión en el presente, cuyos beneficios preventivos están en un futuro lejano y como son poco tangibles, las políticas preventivas no son rentables”.
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